[...Mi alma está hecha de luz y tinieblas. No sabe de brumas...]
jueves, octubre 09, 2008
Y donde dije digo...
Muy bien...
El tiempo no pasa en balde y la vida esta hecha de desdichos, y yo apenas si acabo de hacerme a la rutina de una ciudad sin rutina cuando de pronto se acerca la hora de cambiar. Los cambios son casi como la muerte, inalterables, neutros y con la extraordinaria virtud de la inoportunidad. Generalmente no tienen por costumbre avisar; se te plantan en la puerta a la hora de comer y te suelen pillar de aquella manera; con la nevera vacia y la cama sin hacer y es que claro.... Al mar le da últimamente por relatar viejos cuentos de madrugada y a ti que naciste y creciste con montañas tras el cristal, la idea de una vasta extensión de agua te fascina y no puedes menos que colgar sueños del quicio de la puerta hasta que el rumor cesa... Hasta que las olas caen rendidas sobre la playa... Pero eso a ellos les da igual, ellos vienen con hambre y estomago refinado. Y tu... que ya casi por un momento creiste que no vendrían pues el día se levanto realmente inapacible, vuelves a estar en juego.
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