domingo, febrero 11, 2007
Sin título - 4
No suelo hablar de mi, no sulo reunir la fuerza suficiente como para admitir lo que me pasa por dentro. Hoy me encuentro magullada, triste y debil. Y lo peor es que lo sabía. Sabía lo que iba a pasar y aún asi no puede resisitirme. No valgo para la prudencia, no merezco la compasión de las circunstancias si yo solita se donde clavar las dagas en mi corazón para que duela y sangre.
No pude evitar que se me enfriase el café mientras mi habitual dispersion, esa ausencia que ha tomado forma de autodefensan buscaba sombras en las que esconderse.... Que puedo llegar a pensar si él sintio algo.... puedo llegar a pensarlo y volverme loca en el camino. No sirve de nada gastar el tiempo en tratar de esbozar los versos mas hermosos si soy incapaz de ser sincera hasta conmigo misma.
Trato de no pensarlo, si hice bien o mal; trato de no torturarme de no seguir con mi juego suicida, pues pretendo siempre ganar a costa de mi propia cordura. Y las cosas seguirán como hasta ahora.
Pues es cierto que algo se me rompio aquel 22 de diciembre; y el choque, el dolor pudo ser tan fuerte que decidí no pensarlo. Lo escondí, lo amordacé en lo mas profundo de mis lágrimas y seguí hacia delante; sin molestarme siquiera en entenderlo, en superarlo... sin mostrar el más mínimo interes por olvidarle. Simplemente lo aparte de mi camino confiando en tiempo futuros.
Y ahora que todo se me desborda soy incapaz de nada. Creí olvidarlo, creí superarlo peor lo cierto es que se me da bien mentirle a la noche.
Y así estoy, así me quedé... bien, bien jodida. Pero acaso me sorprende? Su leve roce en mi vida desata huracanes. Días de convalecencia sentimental.
Creo que en el fondo intentaba pedir ayuda. Intentaba gritar y cambie las confesiones por un "con leche y dos cucarachitas de azucar por favor...."
A veces vemos en el horizonte lo inevitable, y aún así ponemos la quinta dirección fija al objetivo. Y sabemos que nos estrellaremos, que nos harán daño, que no hay posibilidad alguna de salir ilesa emocionalmente. Y no sé si mentimos a la noche, a nosotros o a la esperanza, pero lo que tengo claro es que nada podría impedirnos en ese momento no encaminarnos a lo que sabemos va a hacernos daño.
Supongo que debe ser una acción temeraria sin lugar a dudas, pero a veces, hay personas que no sabemos ser prudentes emocionales.
Después de nada sirve torturarse, sólo se pueden asumir las consecuencias y procurar levantarnos del suelo y sanar las heridas lo antes posible.
Un abrazo enorme
Publicar un comentario
<< Home