Dandelion

[...Mi alma está hecha de luz y tinieblas. No sabe de brumas...]


domingo, julio 17, 2005

Corazón

Conozco un corazón hecho de hierro y papel, relleno de plumas y semillas de Diente de León. Que deambula en las madrugadas buscando algo que perdió hace más tiempo del que puede recordar. Que se levanta a media noche y en silencio, se asoma a la ventana a contar cuantas estrellas permanecen encendidas.

Un corazón que anda por ahí despellejando los muros de piel y huesos que lo cubren, que se empeña en gritar cuando debe callar y calla, cuando ve abalanzarse sobre el la palabras que lo hieren.

Un corazón que no tiene remedio, que insiste en tirar de frente sin siquiera mirar el camino, que se empeña en frenar de bruces contra la pared, que continua viviendo en lo imposible, que no sabe que es aquello que no puede ser.

Un corazón que aún piensa que la vida es corta, el mundo grande y el cielo inmenso. Un pobre diablo que no sabe que los sueños caducan y las ilusiones son frágiles... que borracho de amor, se levanta trasnochado al caer la tarde y quema las resacas de pasión con cerillas de cartón.

Un corazón que se arranca a andar como un loco de mejillas arrebatadas y ojos encendidos. Un corazón que insiste en caminar de puntillas intentando agarrar esa estrella cuya luz no le deja dormir al alba. Un corazón con puertas sin cerrojo y ventanas siempre abiertas, al que resulta sencillo arrebatarle, tanto una sonrisa como una lágrima.

Un corazón sereno en las distancias largas, torpe en los silencios y las esperas, pero sincero en los momentos. Un corazón al que le encanta jugar con las palabras hasta hacerlas brillar, que contempla hipnotizado el caminar del tiempo en forma de volutas de humo.

Conozco un corazón que no atiende a razones, que se empeña en soñar despierto a espera de ese algo que siempre se le escapa… que permanece dormido en la distancia y amanece a media luz entre las sábanas…

Un corazón que no tiene miedo, en su pecho caen los besos abriendo surcos; que guarda palabras, que esconde emociones. Racionando la prudencia, la impaciencia le pierde. Y en la noche el viento le arrebata la razón. La vista se le nubla, los dedos le traicionan y una vez más lo vuelve ha hacer... el estómago se le cierra y la pared se vuelve a levantar de frente contra él.

Conozco un corazón...


soñado por Aislyng sobre las 23:18

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